El doctor Escribano nos hace reflexionar cuando nos dice que no tiene sentido hacernos daño a nosotros mismos.

No tiene sentido que no seamos capaces de rectificar cuando adoptamos conductas que no son beneficiosas para nuestra salud siendo el animal más inteligente del planeta.

¿Para qué hacernos daño?

El ser humano necesita realizar conductas rutinarias y, de esa forma convertimos conductas en rutinas y rutinas en hábitos incluso cuando no nos favorecen.

Tal y como nos explica el Dr. Escribano cuando repetimos algo de forma continuada nuestro cerebro entiende que, si se hace con tanta frecuencia, es porque lo necesitamos para sobrevivir y pasa a premiarnos cuando lo realizamos incluso cuando los hábitos son malos.

El cerebro no puede entender que hagamos algo que nos perjudica y convierte las rutinas repetitivas en hábitos sean positivas o negativas. Hay que ser inteligente y elegir solo hábitos que nos beneficien.

Centrémonos en generar hábitos positivos

En la sociedad actual es muy fácil caer en la tentación de modas o de hábitos en los que nunca habríamos pensado generados de forma publicitaria y artificial.

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Esa inercia social, como la califica el Dr Escribano, no existía de forma tan acentuada en la época de nuestros abuelos. Es ahora cuando el marketing persigue crear hábitos lucrativos, que no tienen porqué ser necesariamente saludables.

Si un hábito genera dinero pasa a ser bueno aunque no sea saludable.

Cuando alguien descubrió que hacer scroll en la pantalla de un móvil creaba adicción no le preocupó que ese hábito no sea saludable, dado lo lucrativo que podía resultar y ahora el 70 por ciento de la gente sentimos pánico a salir de casa sin el móvil.

Cuando los inversores de las empresas de carne artificial ven como suben sus acciones antes de sacar el producto, solo publicitándolo, realmente les importa salvar a la humanidad o llenar de dinero los bolsillos más llenos del mundo.

El dinero no lo es todo ¿o sí?

Llena tu vida de hábitos saludables, sé inteligente y aliméntate con productos variados. En definitiva piensa omnívoro pero, sobre todo, come omnívoro.