Las decisiones que debemos tomar para tener una alimentación sana y equilibrada tienen que ver con qué comemos pero también con la cantidad que comemos y con los hábitos que mantenemos con relación a la alimentacion.

La realidad es que hay una oferta excesiva que nos incita a comer mal para hacer de la comida un negocio muy rentable.

Business as usual

Tenemos la tendencia a ser muy voraces por instinto. Todos los animales tienden a comer cuando hay disponibilidad para evitar problemas de posibles carencias.

Somos voraces por instinto

El doctor Escribano nos advierte de que no sabemos gestionar bien la abundancia y, cuando no nos cuidamos no tenemos en cuenta que nuestro cuerpo no tiene piezas de repuesto y que las consecuencias las vamos a arrastrar durante toda la vida.
Muchas veces no comemos por necesidad sino que lo sustituimos por placer y si además lo aderezamos con sabores como los que aporta la sal, la grasa o el azúcar la tentación está asegurada.

A veces es difícil controlarse

Curiosamente las grasas aportan nueve calorías por gramo y los hidratos de carbono y proteínas cuatro. El uso de sal no aporta beneficios sino que crea cierta adicción y el azúcar de la dieta en demasiadas ocasiones es un lamentable protagonista.

Así que, si pensamos en los alimentos que más nos ofrecen, que suelen estar ultraprocesados, suelen ser generosos en esos peligrosos componentes.

Por ejemplo …

Incluso si hablamos de hamburguesas vegetales o alternativas artificiales a los alimentos tradicionales, hablaremos, por ejemplo, de guisantes disfrazados y aderezados concienzudamente para poderlos vender a precio de hamburguesa.

Los mercados son globales pero los beneficios son para unos pocos.

Nos hacen pensar que la comida es adecuada y sana y por tanto podemos comerla de forma ilimitada y así convierten nuestra cultura culinaria en puro consumismo.